Un pequeño porcentaje de la población puede reaccionar de forma adversa a determinados alimentos o componentes de alimentos. Estas reacciones pueden deberse a una alergia alimentaria o a una intolerancia alimentaria.

La alergia alimentaria es una reacción adversa a un componente del alimento (por ejemplo, a la proteína del maní), que activa el sistema inmunológico. Este componente induce una serie de reacciones en el sistema inmunológico que a su vez provoca la segregación de sustancias químicas, como la histamina, que produce síntomas que pueden ser leves, como pequeñas erupciones, hasta graves. Frecuentemente, las alergias alimentarias se heredan, se identifican en los primeros años de vida y la mayoría superan las alergias alimentarias antes de empezar la escuela.

La intolerancia alimentaria, en cambio, no activa el sistema inmunológico. Un buen ejemplo es la intolerancia a la lactosa, que se da en ciertas personas por la carencia de una enzima digestiva llamada lactasa, que descompone el azúcar de la leche (lactosa).