Una práctica con superpoderes: el lavado de manos

El lavado de manos salva vidas, así lo afirma la Organización Mundial de la Salud. Pero es no es todo. El lavado de manos es, además, la medida más económica, sencilla y eficaz para reducir el riesgo de infecciones y forma parte de las recomendaciones en la lucha contra la resistencia antimicrobiana (RAM), que constituye una de las grandes amenazas en salud pública que enfrenta la humanidad.

Los primeros registros de la importancia del lavado de manos datan del siglo XIX, alrededor del 1850.  Ignaz Semmelweis, médico obstetra oriundo de Hungría, fue pionero en la promoción de esta práctica.  El instauró el lavado de manos con una disolución de cal clorada para disminuir las alarmantes tasas de mortalidad que veía en clínicas de maternidad.  En 1861, publicó un libro en el que establecía una conexión entre la fiebre puerperal y una higiene de manos deficiente del personal médico.

Por su parte, Florence Nightingale, enfermera, escritora y estadística británica de la época, demostró que las medidas de higiene, entre las que se incluía el lavado de manos del personal hospitalario, lograron reducir la mortalidad entre soldados durante la Guerra de Crimea.

Los hallazgos fueron creciendo desde ese momento, hasta que llegaron a demostrar que el lavado de manos es determinante a la hora de combatir infecciones. Tal es así que se podrían prevenir entre un 20-30% de muertes en niños menores de 5 años por enfermedades respiratorias o diarreicas, tan sólo con una adecuada higiene de manos.   Sumado a ello, se calcula que cada año muere medio millón de personas a causa de diarreas o infecciones respiratorias agudas que podrían haberse evitado mediante una adecuada higiene de manos.

La pandemia por COVID-19 fue un punto de inflexión en este aspecto.  Generó un momento histórico para la higiene de manos, y le ha brindado un nivel de atención, recursos y voluntad política sin precedentes.   Sin embargo, en los años que transitamos y que vendrán, el desafío es que esta atención no se diluya.

En 2009 ya habíamos transitado una pandemia que reveló la importancia de esta práctica: la pandemia por Gripe A.  Se estableció en aquel entonces el primer Día Mundial de la Higiene de Manos, celebrado el 5 de mayo, y dirigido a trabajadores sanitarios.  También se llevó a cabo la campaña mundial de higiene de manos “Salve vidas: límpiese las manos”.

Tenemos un desafío por delante: que los esfuerzos realizados en pandemia por COVID-19 para incentivar el lavado de manos perduren.

Sin embargo, existen limitaciones complejas que sortear. Se calcula que 3 de cada 10 personas carecen de instalaciones con agua y jabón para lavarse las manos.  Lo mismo sucede en muchos establecimientos de salud, escuelas y espacios públicos.

El desafío es grande.  Y es por ello que, el 15 de octubre de cada año, se conmemora a nivel mundial el Día del Lavado de Manos, para seguir aunando esfuerzos. 


Para un adecuado lavado de manos, ¿Agua y Jabón o Alcohol en gel?

El lavado con alcohol en gel puede ser más rápido, sencillo y eficaz que hacerlo con agua con jabón, si se hace de forma correcta. El alcohol en gel ofrecería también una alternativa para lugares con escasez de agua.  Sin embargo, en manos visiblemente sucias, resulta menos eficaz.  Por lo tanto, en estos casos, y luego de ir al baño, el lavado de manos con agua y jabón resulta necesario y más efectivo. 


Técnica adecuada para un correcto lavado de manos

 

 


Referencias

- Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y Organización Mundial de la Salud (OMS). Estado Mundial de la Higiene de Manos. 2021. Disponible en https://www.unicef.org/media/124521/file/State%20of%20the%20World's%20Hand%20Hygiene.pdf

- Organización Panamericana de la Salud (OPS). Infografía: limpia tus manos.  Disponible en: https://www.paho.org/es/documentos/infografia-limpia-tus-manos