Qué culpa tiene el tomate...

No hay tomates genéticamente modificados o transgénicos que se comercialicen en Argentina ni en el mundo. Sin embargo, si uno hace una encuesta y pregunta: ¿qué alimentos transgénicos se consumen en Argentina?, más de la mitad de las personas harán referencia al tomate, y en particular al Tommy.

Y esto es porque en algún momento hubo un tipo de tomate transgénico de lata en Estados Unidos y en el Reino Unido, al tiempo discontinuado. Luego los activistas anti-transgénicos tomaron al pobre tomate como un mal ejemplo y a esto se sumó la opinión pública de que "tomates eran los de antes".

Como resultado, activistas, periodistas, opinadores, todos, asumieron que el Tommy era transgénico, y que por eso no tenía ni sabor ni color, ni nada parecido a un tomate.

El tomate FlavrSavr, producido por la compañía Calgene en 1994, contenía un gen que hacía que madurara más lentamente. El objetivo era conseguir tomates que pudieran cortarse lo más tarde posible de la planta y llegar al consumidor con el sabor y la textura óptimas. Sin embargo, el gen fue introducido en un cultivar de baja calidad y el producto transgénico fue destinado a la producción industrial y no al consumo fresco. Estas latas se vendieron durante algunos años pero luego fueron retiradas del mercado por motivos comerciales. Lo mismo ocurrió con los tomates transgénicos producidos por la compañía Zeneca, de características similares al FlavrSavr.

La pasta de tomates Zeneca estuvo por tres años en las góndolas inglesas pero fue discontinuada en 1999 por problemas de percepción pública. Actualmente no hay ningún tipo de tomate transgénico que se comercialice en Argentina ni en el mundo. El tomate Tommy corresponde a una variedad, que como todas las otras variedades de tomates, se ha obtenido por mejoramiento convencional, esto es, por cruzamientos u otras técnicas y posterior selección de los individuos buscados. En el caso del Tommy, en particular, se obtuvo un tomate seleccionado para "durar más en el estante" (así lo describen los productores), logrando así un tomate de mayor duración que soporta mejor el transporte y almacenamiento. Pero no es genéticamente modificado (en el sentido estricto de la palabra), ya que no se le ha agregado genes o material genético a su genoma.

Es evidente que en el Tommy se perdieron (no intencionalmente) algunas propiedades de sabor y color, lo que muchas veces ocurre en el mejoramiento convencional, donde se mejora algún aspecto y sin querer se empeora otro.