El caso de la leche y la evolución humana

Un artículo de nuestro equipo editorial analiza la intolerancia a la lactosa en el marco de la evolución humana. ¿Es antinatural tomar leche? No es antinatural, es evolución. Es un ejemplo ya documentado claramente por la ciencia, de cómo una práctica cultural inventada por el hombre, como es la actividad de domesticación de ganado y el consumo de leche, ha tenido un efecto a nivel del genoma, seleccionando la capacidad ventajosa de digerir leche. 

No hay dudas de que la especie humana es única respecto de otras especies en muchos aspectos. El desarrollo de sociedades, culturas y en particular, la habilidad de producir y elaborar alimentos y de modificar su propia dieta es uno de esos aspectos. Y, como la ciencia ha empezado a revelar en los últimos años, esta capacidad también queda grabada en nuestros genes.

Como dijo el genial astrofísico y divulgador de la ciencia, Carl Sagan, “Somos el material del cosmos, contemplándose a sí mismo”, porque como él también dijo, “La curiosidad y el afán de resolver dilemas constituyen el sello distintivo de nuestra especie”. Esta consciencia de nosotros mismos y la capacidad de observarnos y estudiarnos y al mundo que nos rodea (incluyendo el cosmos), es fundamentalmente lo que nos diferencia de otras especies y nos hace únicos.

Esta capacidad de auto-estudiarnos, nos ha revelado que no sólo hemos modificado profundamente el mundo en el que vivimos (no de la mejor manera, ciertamente), sino que nos hemos modificado a nosotros mismos. Y no nos referimos a los avances médicos o a las intervenciones estéticas… nos referimos a prácticas culturales que, hoy sabemos, han influido en nuestra genética a lo largo de la historia evolutiva de la especie humana.

En efecto, se ha identificado que la capacidad adulta de digerir lactosa, el principal azúcar de la leche, es un evento “reciente” en términos evolutivos, que apareció unos 5000 o 6000 años atrás en las poblaciones de lo que se conoce como la cultura del “vaso en embudo” (Funnel beaker), que abarca el norte y centro de Europa.

La intolerancia a la lactosa en adultos es causada por la producción reducida de la enzima lactasa o “no persistencia de lactasa” luego del período de lactancia, durante el cual se expresa a altos niveles (salvo en niños con una deficiencia genética poco frecuente, que deben ser alimentados con fórmulas libres de lactosa). En los adultos, es común que este gen esté trabajando “al mínimo” o puede estar “apagado”, aunque esté presente.

Si los individuos intolerantes consumen leche pueden tener síntomas como dolor abdominal, hinchazón, náusea o diarrea que pueden manifestarse entre 30 minutos y 2 horas después. Como explicamos, muchos individuos que no presentan persistencia de lactasa, retienen alguna actividad, por lo que pueden consumir cantidades variables de lactosa en su dieta sin problemas. Algunos pueden tener dificultades para digerir leche fluida, pero pueden comer queso o yogur sin efectos adversos, ya que los procesos fermentativos en estos productos, ayudan a eliminar gran parte de la lactosa de la leche.

Cuando los humanos comenzaron a domesticar animales y a consumir su carne y su leche, hace unos 9.000 años, aquellos individuos que tenían persistencia de lactasa, podían digerir y aprovechar la leche. Esta capacidad les proporcionó una ventaja que favoreció su salud, supervivencia y por lo tanto la descendencia de estos individuos, en un proceso conocido en evolución, como selección natural.

Este hecho, que hoy la ciencia ha documentado claramente, es un ejemplo de cómo una práctica cultural de invención humana, (no natural ni instintiva), como es la actividad de domesticación de ganado y el consumo de leche, ha tenido un efecto a nivel del genoma, seleccionando la capacidad ventajosa de digerir leche.

Las poblaciones humanas han evolucionado de manera independiente a partir de la dispersión ancestral que tuvo lugar desde el noreste de África, hace unos 50.000 años, y esto ha dado lugar a considerable diversidad genética, sin embargo, los humanos comparten muchas características similares. Esto es lo que se llama convergencia evolutiva[1], y en el caso de la tolerancia a la lactosa, recientemente se ha encontrado que así como en el caso de los europeos del norte, esta capacidad fue también seleccionada de manera independiente, en poblaciones de África oriental hace unos 3000 años.

Si bien los cambios genéticos encontrados y caracterizados por los investigadores son diferentes en las poblaciones europeas y africanas, ambos producen el mismo efecto, es decir, conferir tolerancia a la lactosa en adultos.

Como se explicó más arriba, la capacidad de digerir leche constituyó una fuerte ventaja fisiológica, ya que los individuos tolerantes obtuvieron más energía de la lactosa y se beneficiaron de las proteínas y el calcio de la leche, pero también pudo haberles permitido sobrevivir en períodos de sequía.

En efecto, la evidencia genética hoy confirma que esta ventaja adaptativa permitió a los individuos tolerantes dejar al menos 10 veces más descendencia que aquellos que no expresaban el gen de lactasa, lo que aumentó esta tolerancia en la población general a través de las generaciones.

Estas evidencias concuerdan con la distribución geográfica actual y los datos de prevalencia de intolerancia a la lactosa, que es más baja en poblaciones con una larga historia de consumo de leches no fermentadas como unos de sus principales alimentos (sólo un 5% de descendientes de europeos del norte son intolerantes).

Así y todo, más del 65% de la población global aún presenta algún grado de intolerancia con una distribución bastante definida: casi toda la población holandesa y 99% de los suecos son tolerantes, aunque esta capacidad se vuelve menos frecuente en europeos de regiones alejadas de la antigua región del “vaso en embudo” y sus descendientes, así como es más frecuente la intolerancia en los asiáticos (hasta el 90%).

El siguiente mapa muestra la prevalencia de intolerancia a lactosa por región en el mundo.


Fuente: https://www-newscientist-com.cdn.ampproject.org

Hablando de evolución humana, la evolución del conocimiento y la ciencia de los alimentos, hoy permite a aquellas personas intolerantes obtener los beneficios de los lácteos, tratando la leche y sus derivados con la enzima lactasa y desarrollar productos libres de lactosa. Porque, como dijo Carl Sagan, la curiosidad y el afán de resolver dilemas constituyen el sello distintivo de nuestra especie.

 


Comic tomado de: www.yodoctor.es


Fuentes

- Lactose Tolerance in East Africa Points to Recent Evolution, NICHOLAS WADE. Dec. 11, 2006, NY times. https://www.nytimes.com/2006/12/11/science/11evolve.html#continues-post-newsletter

- Convergent adaptation of human lactase persistence in Africa and Europe, Sarah A Tishkoff et al, Nature genetics, 2007; https://www.nature.com/articles/ng1946

- Cavalli-Sforza,L.L., Piazza,A. & Menozzi,P. History and Geography of Human Genes(Princeton Univ. Press, Princeton, New Jersey, 1994).

https://es.wikiquote.org/wiki/Carl_Sagan

https://ghr.nlm.nih.gov/condition/lactose-intolerance#resources

 

[1] Esto es lo que se llama evolución convergente, es decir, una misma característica es adquirida por dos o más poblaciones, (hasta incluso por diferentes especies), porque es muy adaptativa (beneficiosa) en determinados ambientes. Un ejemplo de esto son los mamíferos acuáticos: delfines, ballenas, focas , etc y sus aspectos parecidos al de los peces (aletas, cuerpos aerodinámicos adaptados para nadar, etc).


Photo by Mihail Macri on Unsplash



 

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