Cómo se aplican los agroquímicos en el campo: lo que tenés que saber

Muchas veces leemos en titulares de diarios, en redes sociales o escuchamos por ahí la palabra fumigación en referencia a la aplicación de productos fitosanitarios. Definitivamente, “fumigación” es un término que el público general asocia con miedo, con peligros e incluso con muerte.

Lo cierto es que, en este caso, el término “fumigación” está mal empleado y hay varios aspectos muy preocupantes en relación a esto. 1- Muchos hablan de fumigación sin saber exactamente qué es y, por lo tanto, es probable que estén brindando información errónea. 2- Entre aquellas personas que hablan del tema, se encuentran personajes del mundo del espectáculo u otros que tienen alta llegada al público, pero ningún conocimiento de agronomía, cultivos o de cómo se trabaja en el campo. La combinación de desconocimiento y alta influencia en el público hace que la información incorrecta se expanda con rapidez y penetre más fácilmente. 3- Por último, y quizás lo más preocupante, es que algunas voces son tendenciosas y generan una “ola de desinformación” que no beneficia a nadie.

En este contexto es fundamental comunicar cómo se trabaja en el medio agropecuario. Y aquí viene la sorpresa: en agricultura extensiva, aquella que se realiza en grandes extensiones, no fumigamos. Lo que hacemos es aplicar sustancias químicas y/o biológicas, y para esto utilizamos un vehículo, el agua, y de una forma muy interesante: la gota.

Paso a paso: primero definamos “fumigación”

¿Qué es fumigar? Fumigar es desinfectar algo por medio de humo, gas o vapores. Un vapor o un gas está justamente en estado gaseoso, mientras que un humo tiene partículas de 0,005 a 0,01 μm (micrones). ¡Sí, así de chiquitas! Algunos ejemplos de fumigación que seguramente reconoces y utilizás son estos (Fig. 1):

Fig. 1. Ejemplos de fumigación

A cuentagotas

En agricultura extensiva no fumigamos, sino que aplicamos sustancias químicas o biológicas utilizando gotas de agua. Veamos un poco cómo se hacen esas gotas: las gotas se logran a través de un proceso que se llama atomización, que consiste básicamente en dividir algo en partes más pequeñas, en este caso una columna de líquido que convertimos en gotas. A las gotas les podemos dar el tamaño que deseemos manejando distintitos parámetros como la presión o la forma del instrumento con el cual atomizamos el líquido (Fig. 2). De hecho, a las aplicaciones que hacemos en agricultura extensiva las podemos clasificar según el tamaño de gota que usemos. Podemos hacer aplicaciones muy finas, finas, medianas, gruesas y muy gruesas.

Fig. 2. Transformando una columna de líquido en gotas, que pueden ser de distinto tamaño

¿Cómo se expresa y mide el tamaño de las gotas? El tamaño de las gotas se expresa como el Diámetro Volumétrico Medio (DVM) en micrones (μm) (un micrón es la milésima parte de un milímetro) (Tabla 1). El DVM es el tamaño de gota que divide el volumen de una muestra representativa de gotas en partes iguales, de forma tal que mitad del volumen contiene gotas más chicas y la otra mitad tiene gotas más grandes. Aunque parezca complicado, el DVM es un término universal, válido tanto en Argentina como en China, para clasificar aplicaciones.

Tabla 1. Categorías de pulverización en base al tamaño de gota

Como te habrás dado cuenta, ¡no está la fumigación en la tabla anterior! Entonces, si decimos que en agricultura extensiva aplicamos gotas, en estado líquido y, por lo tanto, no fumigamos, ¿qué hacemos? ¿cómo se llama comúnmente el método que utilizamos? Pulverización. En agricultura extensiva, pulverizamos.


¿Cómo se realiza la pulverización?

Cuando un ingeniero agrónomo define un tratamiento para un cultivo que está enfermo o que está sufriendo un ataque de insectos o está siendo invadido por malezas, el objetivo es, aparte de hacer una correcta elección del producto fitosanitario a usar, hacer una buena aplicación para llegar al blanco, procurando que se pierda la menor cantidad posible del producto. Para esto y para transformar el líquido a aplicar (que es una mezcla de agua y el producto fitosanitario), en las gotas que deben llegar al blanco (o sea, realizar la atomización de las gotas), se utilizan boquillas de aplicación. Hay distintos tipos de boquillas (Fig. 3), destinados a hacer distinto tamaño y espectro de gotas dependiendo de lo que se necesite aplicar y cuál es el blanco al que se quiera llegar. El objetivo siempre es elegir la boquilla más adecuada para hacer una aplicación segura y efectiva. Estas boquillas son las que van en los picos de las pulverizadoras terrestres (Fig. 4) y en algunos equipos de pulverización aérea (Fig. 5).

Fig. 3. Tipo de boquillas

 

Fig. 4. Pulverizadora terrestre                                                       Fig. 5. Avión pulverizador

¿Pulverizaciones terrestres o aéreas?

Cuando se puede pisar el terreno y el cultivo no está en etapas muy avanzadas de desarrollo, generalmente se hacen pulverizaciones con equipos de aplicación terrestre, ya sean de arrastre (o sea tiradas por un tractor) o autopropulsadas (también llamadas “mosquitos” por las ruedas altas y finitas que tienen). Si el terreno está muy húmedo como para poder circular o cuando ya el cultivo está muy alto (al punto que lo romperíamos si entráramos con una pulverizadora terrestre), la pulverización se puede hacer con avión.


¿Gota fina o gota gruesa?

Independientemente de cómo pulvericemos, dijimos que se podía requerir gotas de mayor o menor tamaño. Como ejemplos extremos podemos decir que si se aplica un herbicida pre-emergente (o sea un producto para matar malezas que se aplica al suelo para controlar las malezas que vayan emergiendo) no necesitamos mucha precisión, y una gota gruesa o muy gruesa sería lo más adecuado. Ahora, si lo que necesitamos es hacer un control de insectos que están en las hojas bajas de las plantas o una enfermedad que empieza desde abajo del cultivo, se van a necesitar gotas de menor tamaño tanto de insecticidas (para controlar insectos) o fungicida (para controlar a los hongos que causan la enfermedad) que puedan entrar entre las hojas del cultivo y llegar al blanco.

¿Por qué es tan importante comprender la diferencia entre fumigación y pulverización?

Porque cuando leemos algún titular que hable de fumigaciones, tenemos que leer el artículo con cuidado, ya que puede ser que los que escriban no tengan muy claro de qué están hablando. Además, es posible que el titular diga “fumigación” y la ilustración muestre otra cosa, como se ve en la figura 6.

Entonces ya sabes: cada vez que alguien hable de aplicación de productos fitosanitarios sobre cultivos extensivos, la forma correcta de referirse a esas aplicaciones es pulverización, no fumigación.


 Fig. 6. Ejemplo de titular en los diarios

 


Autores:

- Ingeniero Agrónomo Mariano Luna. Especialista en Manejo de Plagas Agrícolas y Aplicación de Fitosanitarios en INTA, Estación Experimental Agropecuaria Pergamino.

- Ingeniera en Producción Agropecuaria María Luz Zapiola, Responsable Área Técnica, ArgenBio.