La historia de la papa o cómo el mejoramiento vegetal produjo un alimento extraordinario

La papa y su mejoramiento vegetal

Este no es un relato cualquiera, es la historia del mejoramiento de la papa, que la convirtió a lo largo de los siglos, en uno de los principales alimentos de la humanidad.

Las plantas que se cultivan actualmente son muy diferentes a sus antepasados silvestres. Un buen ejemplo de esto es la papa.

La mejora vegetal es una disciplina que tiene miles de años de antigüedad, y podemos definirla como el arte y la ciencia que permiten modificar la genética de las plantas en beneficio de los seres humanos. Su forma más simple consiste en cruzar y seleccionar las plantas más vigorosas, que serán los “padres” de los descendientes que tendrán las características que buscamos. La selección artificial repetida a lo largo de cientos, quizás miles de años, permite la incorporación de los genes que llevan información para los rasgos deseados, y la eliminación de aquellos no deseados. Este proceso de generación de nuevas variedades, fue y continúa siendo, muy útil en la agricultura y ha dado origen a las plantas que nos sirven de alimento.

Las plantas que se cultivan actualmente son muy diferentes a sus antepasados silvestres. Un buen ejemplo de esto es la papa. La historia de la papa comienza hace unos 10.000 años, cerca del lago Titicaca, ubicado a 3.800 metros sobre el nivel del mar, en la cordillera de los Andes, en la frontera de Bolivia y Perú. Aquí, una comunidad de cazadores y recolectores domesticaron por primera vez las plantas silvestres de papa que crecían en los alrededores del lago. En esta región los agricultores lograron seleccionar y mejorar una amplia variedad de cultivos del tubérculo.

No se conoce con exactitud cuál fue el antepasado silvestre de las papas cultivadas, pero se estima que fue una especie única con alto rendimiento en tubérculos de buen sabor. En lo que todos los autores están de acuerdo es que Solanum stenotomum fue la primera especie domesticada. Luego los incas mejoraron los adelantos agrícolas de las culturas anteriores. La papa se convirtió así en el principal alimento del vasto Imperio, y era consumida por oficiales, soldados y esclavos, y como reserva cuando fracasaban otras cosechas. Además, produjeron una especie de papa resistente a las heladas, que sobrevivía en la región de la Puna, a 4.300 metros de altura. Todo un logro de mejoramiento vegetal.

La papa, mejoramiento genéticoEn 1532, la invasión española puso fin a la civilización inca, pero no a la papa. Al parecer, las primeras papas cultivadas fuera de Sudamérica se conocieron en las islas Canarias en 1567 y en Sevilla en 1573. De hecho las islas Canarias fueron un “laboratorio” de las papas llegadas de América, y se cultivaron a lo largo de 500 años, lo que dio lugar a unas 29 variedades genéticamente singulares.

Desde España se propagaron hacia Italia, los Países Bajos y Gran Bretaña, donde el explorador inglés Francis Drake habría sido responsable de una segunda introducción en 1578. Estas primeras plantas fueron vistas en el Viejo Mundo, por un lado, con el interés propio de los renacentistas por lo novedoso, pero mezclado con el recelo que resultaba de las creencias medievales en la brujería y el rol de los tubérculos en esas prácticas. Así, un mito medieval decía que cuando se sacaba un tubérculo de la tierra, éste emitía un llanto agudo que enloquecía y mataba a la gente, quizás inspirado en que contienen alcaloides que afectan al ser humano, y que el consumo de los frutos de la planta, y no de su reservorio tuberoso, terminaba a menudo en un dolor de estómago. Esto creó un pensamiento equivocado contra esta planta. Todo prejuicio, es fruto de la falta de conocimientos científicos, y tuvieron que pasar varias generaciones para que la papa se convirtiera en fuente de alimento fundamental para el pueblo europeo.

La papa fue un alimento central en Holanda en 1740, cuando un invierno muy crudo dañó todos los cultivos. En Francia fue introducida a fines del siglo XVIII por el agrónomo Antoine Parmentier que la comió como único alimento al ser prisionero de guerra en las cárceles alemanas. Al regresar a su país promocionó a la papa como alimento y en su campaña de “marketing” involucró a María Antonieta, haciéndola lucir flores de papa en su cabello, y a Luis XIV en el ojal. A partir del inicio de la Revolución industrial en Europa, el aumento de la población urbana pasó a ser una cuestión capital, y se necesitaba cada vez más alimento en cantidad y calidad. Fueron otra vez las papas las que proporcionaron las calorías, oligoelementos y vitaminas necesarias.

La edad dorada del cultivo de la papa en Europa fue el siglo XIX, y desde entonces nunca más dejó de ser un alimento imprescindible para una dieta saludable y equilibrada. Hoy, se reconocen más de 4.000 variedades de papas que pueden cultivarse desde el nivel del mar hasta los 4.700 m de altitud, y desde el extremo sur de Sudamérica hasta el Círculo Polar Ártico. Su gran diversidad es fruto tanto de una intensa selección local, como del mejoramiento genético.

Con el paso del tiempo, y el avance de los conocimientos científicos comenzaron a utilizarse técnicas biotecnológicas para el mejoramiento genético de la papa. La biotecnología moderna permite incorporar las características deseadas de una manera más rápida y precisa. Una de esas propiedades es la resistencia a patógenos. Las infecciones virales afectan considerablemente a la papa. Entre estos virus se encuentra el virus Y de la papa, que se transmite por pulgones o por las herramientas de cultivo, y puede causar infecciones devastadoras, que generan daños considerables para las economías regionales del sur, centro y norte de la Argentina. Por eso hoy nuestro país, Argentina, pasó a formar parte de la historia del mejoramiento de la papa.

Científicos del Instituto de Ingeniería Genética y Biología Molecular del CONICET, en conjunto con la empresa privada Tecnoplant, desarrollaron una papa transgénica hecha 100 % en nuestro país, modificando el genoma para que sea resistente al virus. De esta manera, las autoridades regulatorias de la Argentina autorizaron la primera papa transgénica resistente al virus Y de nuestro país, lo que incluye la comercialización de los productos y subproductos de este alimento genéticamente modificado, como por ejemplo, las papas fritas envasadas y el puré deshidratado instantáneo.

Y la historia continúa, ya que el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Balcarce, siguen con sus investigaciones. Utilizando una novedosa biotecnología denominada “edición génica” - porque permite corregir o editar cambios dirigidos en el genoma de platas y animales con el objetivo de mejorar su producción y calidad - han logrado evitar que las papas se pongan negras o se oxiden cuando se las corta y se las expone al aire. Esto no solo genera rechazo en los consumidores, sino que también afecta las propiedades nutricionales de la papa fresca y sus productos derivados.


La papa, un alimento fundamental

La papa (Solanum tuberosum) tiene órganos subterráneos almacenadores o tubérculos que son comestibles, y están constituidos por 80% de agua y 18% de almidón. Además tiene contenidos variables de proteínas, vitaminas y minerales. El almidón es la forma en la que los vegetales almacenan la glucosa, un hidrato de carbono fundamental como fuente de energía para nuestro cuerpo. En términos de consumo humano, la papa ocupa el tercer puesto después del arroz y del trigo. Es un alimento central en diversas partes del mundo, tanto en su zona de origen, los Andes, como en áreas marginales de Eurasia. Cabe mencionar que el máximo consumidor mundial es China. La papa se utiliza básicamente como alimento humano, y por su alto contenido en almidón se la debe consumir cocida. En Sudamérica forma parte de numerosos platos típicos como guisos y sopas. En la cocina internacional son numerosos los usos de la papa y se han desarrollado variedades con características distintas según sus aplicaciones culinarias, como por ejemplo, papas que al cocinar no desprenden agua, óptimas para freír. ¡Marche un churrasco con papas!


 

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